Tenerife es una isla que fascina no sólo por su historia y cultura, sino también por sus increíbles historias mitológicas. Te presentamos las más interesantes leyendas sobre Tenerife y las islas Canarias que muchos antiguos autores como Homero, Horacio, Platón, Plutarco y Ptolomeo han llamado «El Paraíso«, los Campos Elíseos, el Jardín de las Hespérides o las Islas de la Felicidad.

Leyendas sobre Tenerife:

  • Una de estas leyendas sobre Tenerife sitúa a la isla como parte de la ciudad perdida de La Atlántida – la mítica tierra que desapareció bajo el agua en el IX milenio antes de Cristo. Los científicos dicen que las pirámides que se encontraron en Canarias confirman esta hipótesis y sugieren que Tenerife y otras islas pertenecen al área de esta cultura perdida. Otra evidencia puede ser el hecho de que los habitantes originales de la isla momificaban los cadáveres y hacían trepanación del cráneo como los aztecas y los mayas.

Leyendas sobre el Teide en Tenerife

  • Según otras leyendas sobre Tenerife, los primeros habitantes de las islas, los guanches, creían que en la parte superior del Teide vivía un demonio llamado Guayota, que secuestró a Magec – el dios del sol – y lo metió en el interior del cráter y por ello la isla se sumió en la oscuridad. Entonces la gente comenzó a pedir ayuda a Achaman – el dios del cielo. Él escuchó sus peticiones, liberó el sol y cerró el volcán que detuvo su erupción.

El dragón de 100 cabezas:

  • Otro mito es sobre unos árboles inusuales que crecen en Tenerife. Las leyendas dicen que en la isla vivía Ladón – un dragón con 100 cabezas que vigilaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. El dragón murió a manos de Heracles, de su sangre crecieron bellos árboles con ramas retorcidas parecidas a la cabeza del dragón y se denominan «dragos (Dracaena drago)». Cuando se corta este árbol, sale un líquido oscuro, llamado sangre de dragón, y se utiliza frecuentemente con fines médicos. Estos árboles crecen lentamente pero viven cientos de años. En la isla además crece uno que probablemente tiene cerca de 1.000 años.

Leyendas sobre otras islas:

  • La historia de Gara y Jonay es una hermosa leyenda sobre el pueblo guanche. Gara era una princesa muy bella de La Gomera. Ella se enamoró de Jonay, que también venía de la familia real, un mencey de Tenerife. Jonay nadó usando pieles de cabra desde Tenerife a La Gomera para reunirse con su amor. Sin embargo, sus padres se asustaron por el humo del Teide, que tomaron como un mal presagio y se opusieron a la relación. Gara y Jonay huyeron juntos a la montaña más alta de la isla, pero fueron perseguidos y rodeados por los guerreros. Cuando se dieron cuenta de que no podían escapar, en un último acto desesperado afilaron un palo en ambos extremos, lo sostuvieron entre sus pechos y en un último abrazo el palo atravesó sus corazones, dejándoles sin vida. Hoy en día esa montaña y el Parque Nacional se llaman Garajonay, en memoria de la joven pareja que eligió la muerte antes que vivir separados.

El origen de la ropa vieja:

  • También hay un conocido plato en Canarias que está asociado con una emotiva leyenda. La ropa vieja es un plato cuyo nombre no suena muy apetitoso, ya que a nadie le apetecería comerse unos «trapos viejos». La historia trata de un hombre muy pobre que deseaba que algún día su familia comiera carne. Al no tener con qué alimentar a su familia, se dedicó a recoger todos sus harapos y guiñapos, los vendió, y con lo que le dieron pudo finalmente comprar carne para la cena de esa noche.

La isla de San Borondón:

  • Hay también una interesante leyenda sobre una octava isla «fantasma» que pertenece al archipiélago canario. Su nombre es San Borondón por el nombre de un monje irlandés, San Brendan de Clonfert, a quien también llamaban Brendan El marinero. Este monje, durante una expedición marítima encontró una isla en la que abundaban todo tipo de bienes. Al parecer, junto con sus compañeros pasó allí unos años y luego regresó a Irlanda. Más tarde muchos marineros trataron de llegar a la isla, pero sin ningún resultado. Muchas otras personas también dijeron que vieron a una determinada distancia los bordes de la isla, pero cuando se acercaron un poco más, desaparecieron. Se dice que San Borondón también fue visto desde la parte superior del Teide.

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